Origen
Los orígenes del cuento literario se remontan al
cuento popular, a los mitos, las leyendas y la vida de los trovadores.
La temática
Los temas abordados por los mismos se centran
alrededor de un episodio, un suceso insólito que se presenta en su punto
culminante, dejando de lado
introducciones detalladas. A
partir de ese momento de gran intensidad se camina rápidamente hacia el desenlace,
que no siempre presenta una solución definitiva a la problemática planteada.
Frecuentemente el cuento tiene un final abierto, y es el lector quien tiene la
tarea de plantearse las hipótesis del caso y buscar la salida.
Por lo general, los cuentos presentan un individuo o
un grupo enfrentado a otros grupos o a la sociedad. El conflicto presentado, en apariencia
insignificante, va más allá de lo individual y permite su generalización y el
descubrimiento de valores existenciales fundamentales.
Definición y aspectos formales
Las características del cuento se pueden resumir con
los términos condensación y síntesis, es decir, se construye
como evento único, preferentemente también con espacio y tiempo narrado único,
con pocos personajes que evolucionan dinámicamente hacia el desenlace
final. La condensación también se detecta en la preferencia por la trama y no
por la psicología de los personajes.
Los recursos narrativos que emplea el cuentista
obedecen a la necesidad de síntesis, por lo tanto evitará las
extensas descripciones, la detallada ambientación y caracterización de los personajes.
El narrador
se sitúa como observador distanciado, no siempre omnisciente y presenta los
personajes y el desarrollo de la historia en presentaciones escénicas, es
decir, evocando las figuras en acción.
Se dejan de lado los diálogos extensos y se observa una marcada
preferencia al uso de símbolos.
Adquieren gran importancia los títulos, los principios y finales de los
cuentos.
Dada la brevedad del cuento, el lenguaje cobra una importancia mayor que en narraciones extensas,
por lo tanto, el autor no se puede
permitir digresiones[1]. La sintaxis se caracteriza por su sobriedad[2]. En
lo referente al nivel estilístico empleado es medio, es decir, que no hay uso rebuscado del lenguaje.
Se podría resumir diciendo que el cuento es el arte
de la omisión.
Las funciones
El público y las funciones del cuento varían en el
transcurso de la historia.
El cuento medieval y renacentista tienen un público
cortesano y urbano mientras que el cuento moderno se escribe para la burguesía.
La función
ha sido siempre doble: enseñar y deleitar, teniendo en cuenta que cada una ha adquirido diferente
importancia, de acuerdo a las
diferentes épocas y autores.
En la
actualidad el cuento ya se dirige sin discriminaciones al público lector
en general y procura divertir y/o enseñar según el temperamento y la voluntad
de los autores.
Exelente Informacion amigo!! muy buen blog.
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